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lunes, 18 de abril de 2011

Ame



Hoy Esther se ha levantado pasando la noche en vela. En su pared veía escenas que no la dejaban tranquila. Ha soñado pero no ha dormido.


Se ha levantado y no de cualquier manera
Ha decidido seguir al mundo apoyando claramente el pie derecho primero.


Se ha mirado al espejo y no se ha gustado. De todas formas no había tiempo para hacer nada milagroso.


Se ha vestido con lo más bonito del armario y recogiendose el pelo en una coleta ha salido sin desayunar.


La gente de la calle que veía a Esther podría decir que caminaba sin rumbo, pero ella sabía perfectamente adonde se dirigía.
La musica mecia sus oidos y Esther tarareaba.


Pasaba las calles como una mariposa y en su exterior reía, en su interior lloraba.


Pequeña Esther ¿Qué es lo que has perdido? ¿Qué es lo que vas a perder?


Déjame decirte que Esther hace tiempo abandonó su rumbo, lo encontró y ahora este esta a punto de irse.


No acostumbra a vestir tacones, pero hoy ha hecho una excepción.


Esther camina automaticamente. Piensa y cada pensamiento la conduce a la desdicha. Esther se maldice, cierra lo ojos, esperando que, al abrirlos, encuentre algo mejor, pero no es así. Sólo
está ese camino de tierra que atraviesa en tacones.


No ha podido resistirlo y a empezado a correr.


Pequeña Esther ¿Qué es lo que has perdido? ¿Qué es lo que vas a perder?


Ha llegado y el tiempo se ha puesto en su contra. Esther a visto como subía al tren, con esa maleta verde fosforito que nunca gustó.


Nadie espera lo peor hasta que lo ocurre. Nadie reacciona a la realidad. Nadie puede detener el tiempo. Nadie puede adivinar cual será la consecuencia. Nadie, pero Esther lo está intentando, y como
humana que es no lo consigue.


Esther corre. Si esas puertas del tren se cierran se ha cerrado todo para ella. 


Su pie derecho se engancha en una endidura del suelo y Esther cae, haciendose más daño del que esperaba.


No ve, sólo llora y luego se calla. Cierra los labios.


Y empieza su historia.






Sinceramente

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